En 1969, Cleve Backster, que trabajaba para la policía metropolitana de Nueva York, realizó las primeras experiencias con plantas, utilizando un polígrafo – o detector de mentiras- de manera accidental, casi por juego. Fijó los cables del aparato al tallo de una planta. Pensó entonces en aplicar un fósforo en la planta, para ver qué sucedía. En aquel preciso instante, la aguja del polígrafo se puso a girar de un lado a otro, como alocada. ¿Sería que la planta había adivinado la intensión de Backster?.
En las siguientes semanas, Backster realizo diversas pruebas intentando demostrar que existe un sentido telepático en las plantas, entre ella la de dejar caer unos cangrejos en agua hirviendo. En el momento de morir los crustáceos en medio de un gran sufrimiento, un polígrafo hipersensible conectado a unas plantas situadas en una habitación contigua reveló que éstas se agitaron frenéticamente.
Se realizaron a continuación experiencias conectando en serie un conjunto de plantas en el desierto, en octubre de 1971, en el desierto de Mojave, al este de Los Angeles, a cargo de Dr. George Lawrence, del Instituto Ecola, de san Bernardino. Estaba seguro de que las plantas reaccionan a ciertos estímulos psíquicos y eléctricos, y de que gracias a sus pruebas podría establecer un contacto muy especial con el cosmos. Como en el caso de los cangrejos, las plantas parecieron enloquecer. Pero eso fue todo lo que se obtuvo. El experimento no progresó.
Como, además de esto, numerosos científicos que intentaron repetir los trabajos de Backster terminaron con sendos fracasos, llegaron a la conclusión de que el señor era un farsante. Incluso se realizó un simposio en enero de 1975, patrocinado por la Sociedad Norteamericana para el Progreso de las Ciencias, donde 5 de los 6 científicos que intervinieron negaron la posibilidad de que las plantas puedan reaccionar “emocionalmente” a los ataques de que puedan ser víctimas y menos aún poner sobre aviso a sus congéneres por medios telepáticos. Después de aquello, el estudio de lo que pudiera llamarse telepatía vegetal cayó en el olvido. Pero en 1982 llegó alguien a darle de nuevo vida.David Rhoades, biólogo de la Universidad de Washington, descubrió que cuando el sauce era atacado por cierta especie de oruga, sus vecinos de la misma familia secretaban al instante una sustancia que bloqueaba el crecimiento de los insectos. ¿De qué manera se comunicaban entre sí los sauces? Investigadores de los departamentos de Agricultura opinaron que algunos vegetales pueden emitir, en ciertas ocasiones, sonidos inaudibles, ultrasonidos que pudieran alertar a los compañeros. ¿Puede considerarse este caso específico como la telepatía vegetal, con lo cual podría concederse a Cleve Backster por los menos una parte de razón?.
viernes, 1 de diciembre de 2006
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1 comentario:
personalmente o entiendo como este artículo no suscita miles de comentarios...
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