martes martes

ayer, mientras cargaba leña en el carretillo, a eso de las nueve, aparecieron chillando como locos dos bichos marrones con el cuello anaranjado. De lejos pensé -hurones- que son los que estoy acostumbrada a ver, claro, en las tiendas de animales. Chillaban de forma estridente y venían corriendo hacia mí,parecía de verdad que era hacia mí. Me asusté un instante y chisté como si fueran gatos caseros. Luego apareció Martín corriendo detrás de ellos y entendí por qué huían. Hoy, mirando las fotos en internet, decido que eran martas y no garduñas, por lo naranja del pecho. Decido también que eran dos machos y que están en época de celo, porque en la descripción decía que en ese tiempo, los machos se pelean entre sí, gritan y recorren grandes distancias en busca de una hembra, perdiendo totalmente la cauta compostura que les caracteriza. Encaja. Pena de fotos.

Además, al llegar al .l.lugar espanté al pardón con la furgoneta. Al minuto, al bajar a la huerta volví a espantarlo, estaba encima una muria. Paré a charlar con Manolo y Germana y él voló hacia un árbol cercano, y mientras le observábamos se fue a un poste de la luz aún más cerca. Yo, negra por mis pollitos, obsesionada por hacerle entender que allí vivo yo, que aquello no es el monte y que se fuera un poco más lejos y dejara mi prole en paz, pero está claro que si que ye el monte, con tanta alimaña paseándose por allí con tanta naturalidad.