como flores en manifestación

Había lo menos un millón de flores, todas iguales: naranjas, de un palmo de altura, bajo el mismo manzano...parecían iguales, verdad? pero unas estaban más cerca del manzano que otras, unas recibieron más agua y otras más sol, unas crecían hacia arriba como locas, otras se ocupaban de ensanchar y engordar sus raices. Al final, un conjunto de tonos naranjas y amarillos a la sombra de una pomar en CArabanzo, como una multitud gritando de alegría. Alegrías las llaman por aquí, maravillas por allá, caléndulas las llamaron los romanos. Con ellas hago pomada que vendo bien, a la gente le gusta, tiene agradable color y olor y muy beneficiosas propiedades.

También parecen iguales los leños, pero a veces hay sorpresas escondidas, y os juro que no es un truco, está en mi leñero y lo podéis venir a ver.

Siempre, siempre hay alguien diferente, alguien con una interrogación en la frente, alguien que creció más que los demás y al final es muy alto, alguien que en la vida tiene más tiempo para pensar que el resto y llega a conclusiones quizás más acertadas, o al menos, más pensadas... Nos reunimos para crear un nuevo sistema económico, de apoyo mutuo, de intercambios, una nueva red de afinidades, un nuevo sueño, una pequeña utopía. Allí había tanta gente que pasa como con las caléndulas y los leños, se entremezclan las vidas de todos y surge esa entropía, la energía que nace del mismo desorden, la energia primigenia al final. HAy de todo, hay quien está feliz, hay quien tiene expectativas, hay quien se deja mecer suavemente por las olas de la orilla y mientras, hay quien nada con todas sus fuerza intentando alcanzar la isla desconocida. De todo esto poco hay que decir, aparte de lo dicho. Lo bonito es crecer, y luego morirse, claro. jejeje.

Mil besos, dosmil, un millón de ellos, naranjas como las flores.