Los cafetitos exploran el mundo, comienzan a olisquear rastros y seguirlos, los suyos mismos probablemente, y a jugar y a pelearse a cámara lenta, y a intentar comer el pienso de la madre. Al ser once es muy interesante la experiencia, intento mirar para ellos con atención pero entre que no paran y son tantos, da la sensación de no estar nunca mirando al lugar adecuado, y paso horas mirando para ellos.
Al final Claudia nunca vino a buscar a Claudio, y se quedó a vivir en el pajar. Anda todo el dia entre las gallinas y parece feliz, el gallinero está muy animado entre pollitos y las ocas escandalosas, así que Claudio no se aburre. De vez en cuando viene hasta casa a tumbarse un rato al calorcito del sofá, silencioso y mimosón.
Hoy llueve con decisión, tras montones de dias de calor y sol. El viento sur nos ha traido la lluvia al fin, y las tierras se riegan. Por eso ayer nos decicimos a recoger la paja de la escanda, previendo la llegada de la burra y el asturcón que van a venir de visita, a ayudarnos a bajar algo de leña y arar la tierra. Entre la paja en el pajar, sentía lo correcto y adecuado de la situación...esa, la paja en el pajar, y anduve dudando si hacerme un nido allí, con lo bonito que estaba el espacio.
Agradezco la lluvia porque ya era necesaria, para el campo y también para mí, que voy necesitando el descanso del invierno, después de tanta actividad frenética, tantos planes, tanto movimiento...
agua, agua de equilibrio, agua de vida, agua, llena de energia.
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