viernes, 23 de mayo de 2008

Hasta vaciar Itoitz!


Los inexcrutables caminos del señor me llevaron a vivir a Aritzkuren en el año 99, hasta el 2002. Sólo fueron tres años, pienso ahora, pero entonces fue una vida entera, que me influyó tanto como para que mi vida actual dependa en muchísimos aspectos de lo que allí viví y aprendí. Aritzkuren está situado a 800m de altitud, en el valle del Irati. Esa zona del valle actualmente está inundada, y gran parte de los sitios que yo conocí, accesos, pueblos, huertas, zonas de baño en el río, puentes colgantes y muchas otras cositas pequeñas llenas de recuerdos, están ahora bajo el agua. También durante un tiempo previo a mi mudanza a la montaña, y durante esta, mi vida se entretejía con la del Gaztetxe de Iruña, ahora también desaparecido y lugar de encuentro de muchos colectivos en lucha por diferentes causas, entonces consideradas perdidas y algunas de ellas claramente justas para cualquier ciudadano de a pie, hoy en dia. También de vez en cuando, durante los diez alños que viví en Navarra en total, colaboré de distintas pequeñas maneras con la radio libre Eguzki Irratia, voz de todos los sin voz, que al igual que el gaztetxe, aunaba grupos de muy diferentes ideologías, métodos y convicciones.

En esos años la actividad en el casco viejo de la vieja Pamplona era febril, siempre había convocatorias a las que acudir, llenas de contenido pero a la vez festivas, actos sociales, coloridas y alegres. Las ONGs de izquierdas, los grupos antimilitaristas, antidesarrollistas, okupas antiespeculación, los de contrainformación, las diferentes tendencias políticas contrarias a lo establecido, los patriotas (vascos) y los anarquistas en contra de las fronteras, los veganos, vegetarianos y los retornados al campo con sus carnes ecológicas, los habitantes de los pueblos recuperados en las montañas y los inmigrantes sin apenas derechos, los que apoyaban a grupos de liberación en Centroamérica...no sé no se me ocurren más para enumerar, un hervidero de actividad en el casco viejo, vamos. De todos ellos destacaba por sus incansables acciones de protesta basadas en llamar la atención de los medios de comunicación por medio de la resistencia pasiva, el grupo Solidarios con Itoitz. Yo, aún inocente niña de Oviedo, me asomaba a la ventana del pisito de 25m en el que vivía en el casco viejo y veía a aquel grupo vestido con monos de obra azules, que entre risas y carreras pasaban con intenciones de provocar a la policía, y luego de vuelta arrastrados por el suelo, o aparecían encadenados a los más insólitos e inaccesibles sitios. Daba la sensación de que la principal actividad de su vida era planear la siguiente travesura. A mí me atraía poderosamente aquella pandilla y fue gracias a esa atracción que me fui poco a poco acercando a su mundo. Esta es la primera parte, continuará.

3 comentarios:

hacefalta dijo...

Preciosas vivencias y muy bien relatadas. Estoy deseando leer ya la segunda parte.
Debió ser una gozada formar parte de ese tejido reivindicativo, ese vivir pendiente de los pequeños logros, esa forja de metas imposibles.

Anónimo dijo...

¡ Cúantos recuerdos!, un beso. Manolito

Karma dijo...

Qué maravilla, Laura, esas experiencias enriquecen tanto...
Hay tantísimos mundos en un mismo mundo, que asusta. Desde luego vivimos rodeados de engaños.
Un beso muy grande. No dejo de leerte, aunque no tenga mucho tiempo.