Mojando una galleta de chocolate en un descafeinado,
disfruto de la primera mañana de paz después de dos años y diez meses de
crianza intensa. Nora ya va al colegio desde hace dos semanas, pero hasta hoy
no he conseguido tener tiempo de sobra, tiempo de disfrutar, de hacer algo que
me apetece hacer, tiempo para mí. Tiempo de persona y no tiempo de madre. La
maternidad ocupa todo, llena todos los pequeños momentos, preparando, pensando,
jugando, alimentando, cuidando… Dios, no imaginaba que iba a ser tan intenso!
Ahora, con una gran barriga y otro bebé moviéndose dentro,
lucho contra mi necesidad de recuperar mis intereses y actividades de antes de
tener a Nora , para enfrentar la tan deseada llegada de Nel, el nuevo miembro
de la familia que vendrá, igual que ella, cerca de navidad. Tengo apenas tres
meses de libertad por las mañanas, mientras ella está en el colegio y antes de
que nazca él, un tiempo limitado y exíguo, porque para disfrutar el tiempo
siempre debería ser eterno. Antes valoraba mucho la importancia del
aburrimiento, porque de los tiempos aburridos salen grandes ideas, nuevos
proyectos, ilusiones, y surge la verdadera creatividad. Ahora que no me aburro
nunca, apenas creo, y eso me hace daño, aunque sé que volverá , que todo son
fases cambiantes, que hay que disfrutar cada una como es. Aún así, pasar el día
entre lavar, cocinar y criar a veces me hace ser peor persona de lo que
realmente soy, pues necesito sentirme orgullosa de mí misma, y la creatividad
es la verdadera expresión de un adulto.
Ahora incluso me resulta difícil saber de qué hablar, que no
sea mi pequeña vida familiar. La huerta la sigo trabajando y cada vez tengo
mejores resultados dedicándole el mínimo tiempo, los misterios de la
naturaleza, la magia, sigue funcionando. Siempre me parece que lo que importa
es la intención, y no tanto la dedicación. Este verano apenas llovió, y yo con
tan poco tiempo, apenas regué, aun así la cosecha ha sido fantástica, excepto
las patatas, que casi recogí lo sembrado. Bueno, lo recogió luis, porque yo ya
estaba para poco trote. El embarazo de Nora fue fantástico, pero este ha tenido
muchos mas-menos.
Otra vez de obras en casa, ahora con el suelo del desván y
la ilusión de un espacio nuevo. Luis añora biblioteca, y yo espacio de
creación. Sala de juegos al lado para poder combinarlo todo y encontrar
momentos para que cada uno de nosotros disfrute de sí mismo. Como la destrucción fue enorme, estamos en
una casa alquilada, con apenas cobertura, no sé si podré colgar esto, ni fotos,
pero lo escribo, aunque sea para mí sola.
Gracias anónimo, por animarme a escribir otra vez y
regalarme este momento del día, la mañana ventosa de otoño, las primeras
castañas, el viento sur que anuncia cambios, las primeras hojas secas que Nora
va recogiendo del suelo para regalar a sus amigos nuevos del colegio, las
avellanas, las manzanas y los pimientos asados. Los planes para el invierno,
sembrar cereales, tejer y coser. La nueva vida incierta que me espera, la
familia de cuatro miembros!!! Escribir me ayuda a valorar la realidad
maravillosa que vivo, a convertirla en novela para contar, a disfrutarla.
Compartirla con quién sabe quién la transforma y la mejora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario