jueves, 28 de abril de 2016

hay duendes, hay hadas y hay brujas despeinadas

hace años que no recorro el bosque.
Llegué aquí en marzo de 2005, han pasado once años y en este tiempo por mi casa pasaron tres hombres y he tenido dos hijos.
Ahora soy de nuevo yo, y por eso he vuelto al bosque, a encontrar a aquella que caminaba por caminos cerrados, abandonados, llenos de zarzas y misterios, de preguntas de tiempos pasados, hallazgos y abrazos a los árboles.
La crianza me hizo perderme en un barullo de pañales, tetas, llantos y demandas, encontrar una nueva yo desconocida, la yo madre, inesperada, llena de incertidumbres y escasa de certezas. Una yo en contacto con mi infancia, mi pasado, mis límites y carencias, una yo consciente de mí misma, apendiendo, dando nuevos pasos a ritmo de canciones infantiles y juegos.
El puerperio se acabó y empecé un nuevo cambio, una crisis personal transformadora y rompedora. El puerperio se acabó y necesité volver a mí misma, a la yo antes de ser mamá, pero siendo mamá. La unión de estos dos yos para dar lugar a un nuevo yo.
Jajajajaja cuanto ego!
Y en el bosque está la paz, el ruido de la naturaleza, el agua ensordecedora, el silencio de la mente. En el bosque está el ser como uno más, como un insecto que forma parte de un todo durante un instante efímero.
Buscar la paz, buscar mi centro, ser feliz un instante.

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