viernes, 22 de febrero de 2008

La libertad, esa cosa...


Al soltar a Martín (el perro) todos los días, se pone como un loco a dar saltos, correr en círculos, totalmente fuera de sí. Supongo es una imagen que habréis visto muchas veces, puesto que es corriente tener a los pobres perros atados a una cadena, en estos tiempos que corren, en los que lo más natural es lo más peligroso. Todos los días el mismo ritual con esas muestras de total ansiedad liberada y convertida en plena felicidad. Es la alegría que da la libertad. Hay muchos perros que se pasan el día entero e incluso varios días seguidos encerrados en jaulas, cuadras oscuras, casetas de aperos, balcones de los pisos… un sinfín de cuartos de castigo que varían poco del campo a la ciudad. Se da en estos casos muchas veces un tipo de enfermedad perruno psicológica que yo llamo jaulitis, y alguien más llamaba con otro nombre muy simpático que llevo dos días intentando recordar sin éxito. El síntoma principal es la agorafobia, al abrir la puerta de su encierro, el animal no se atreve a salir a un mundo que no conoce, creo que es esa la razón de su miedo, el desconocimiento total del medio, de todo lo que no sea la oscuridad de su rincón, las cuatro esquinas, su plato de comida, su alfombrilla llena de pelos y polvo y, en algunos casos, la compañía de algún juguete. El mundo y la libertad, le aterran. Hay veces que hago paralelismos entre cosas no tan relacionadas, o más bien lo hago casi siempre, de hecho me encanta hacerlo… Pues el otro día estuve yo haciendo paralelismos entre los perros con jaulitis y los habitantes de las grandes ciudades embebidos en la vorágine urbana. Tienen a veces síntomas muy similares al salir al campo, y sin embargo desean salir e incluso vivir allí, fervientemente. Muchas veces se da el caso de que un cosmopolita decide que su vida debe cambiar, dejar atrás todas las malas costumbres que la vida urbana acarrea, y por fín liberarse, soltar lastre y volar libre. Es difícil que esto se lleve a cabo, lo más común es que se convierta en un eterno y acariciado deseo durante toda su vida, que en el lecho de muerte lamentará no haber realizado, y creo que la razón es el miedo a ser libres, ese del que hablaba yo misma en un post anterior, situación en la que aparecen un trillón de excusas que no nos dejan realizarnos plenamente. Si por fín la persona se lanza al vacío de lo desconocido, a la inseguridad de no tener un trabajo que antes tenía y al no saber de qué vivirá en el nuevo lugar escogido como residencia, entonces pasará por un largo tiempo de adaptación y aprendizaje, en general bastante divertido y lleno de aventuras y anécdotas que siempre recordará, lo mismo que sus vecinos. Tras este período pueden darse dos situaciones principales (supongo habrá más que ahora no tengo tiempo de imaginar), una: que la persona se realiza, se encuentra consigo misma y la naturaleza, y vive allí feliz hasta el final del cuento. Y dos: que se dé cuenta de que aquello no era lo suyo, eche de menos el bullicio de la ciudad, la alocada vida social, las cañitas en los bares y las discusiones por la mañana temprano con otros conductores enfadados de vehículos; venda la casa y se vuelva a su estado inicial. En ambos casos es loable el intento de encontrarse a sí mismo, no hay para mí nada más interesante que la búsqueda interior, o la simple búsqueda.
Con esto me despido y os deseo un fantástico fin de semana, con al viento entre el pelo, el agua rozando la piel y los pies llenos de tierra. Muchísimos besos.

9 comentarios:

Karma dijo...

Yo soy de los segundos. A mi me gusta esto! Jaleo, jaleo y más jaleo! Eso es lo que yo necesito el día a día para ser feliz! Eso sí, me encanta de vez en cuando irme por ahí! Pero sólo de vez en cuando.
Qué pena me ha dado lo de los perros, pero qué razón tienes. Es increíble lo que puede condicionarnos la falta de libertad. Para todo.
Feliz fin de semana! Apunta muy chulo, en tu despedida!. Yo hoy voy a ver pisos, mañana hago un caldo gallego para la family y un cine y pasado cumpleaños!
A disfrutarrrrrrrrrrr piiiiiiiiiii!

lauritalafantastica dijo...

El amigo de nuestro amigo alquila un piso, no sé si te interesará...

Karma dijo...

Muchisísimas gracias a ti, al amigo y al amigo del amigo! Pero realmente no me interesa. (Hoy iba a ver piso para Eli, mi compi italiana y su novio, que se quieren mudar y me he ido a acompañarla. Buscan algo más chiquitín y céntrico, así que no creo que a ellos tampoco.)
De todas formas lo alquilará sin problemas, porque ahora es lo que la gente quiere, alquilar.
Un besssssote!

Lukosh dijo...

Yo siento una cierta libertad con mi vida actual, la cual está a medio camino entre una vida real y una vida virtual: que me paso la mitad del día que Massimo está en casa relacionándome realmente y la otra mitad que no está en casa relacionándome virtualmente.

De esta misma forma, me gustaría vivir la mitad de mi vida en el campo con mar (Mediterráneo) y sol y la otra mitad en una gran ciudad.

Creo que mi doble personalidad necesita un poco de claro y un poco de oscuro, un poco de felicidad y un poco de tristeza... Y en mí eso es la sensación de libertad.

Puesto que la libertad como tal no creo que exista, cada uno la relacionamos con lo que queremos, tú veo que con el campo, yo con tener dos opciones, a veces contrapuestas, y otros, a lo mejor, con poder ir al fútbol los domingos...

Bueno, el caso es que podamos disfrutar de lo que sentimos como libertad... Veo que tú lo haces y yo... lo intento.

Muchos besos de fin de semana

BOMBA & LILO dijo...

Esto de los perros me recuerda a una película buenisima que vi ayer. "Cadena Perpétua". Presos que se tiran la mitad de su vida entre rejas, esperando la condicional, y cuando la obtienen, son incapaces de vivir fuera. Ellos lo llaman estar "institucionalizados". Esos muros se han convertido en su única realidad, y el exterior termina por aterrarles.
Hablar de maltrato animal, me sobrepasa. Ver a un animal encerrado me sobrepasa. Pensar en su sufrimiento me sobrepasa. Soy incapaz. Cuando salen noticias en el telediario de maltrato animal, tengo que cambiar rápidamente, porque se me parte el alma. Hay cada H de P por el mundo...
Cambiando de tema..., yo soy mas de campo. Hace años que salí de la ciudad y me vine a la sierra. No me vuelvo ni loca. Aqui soy feliz, vivo tranquila, pongo un pie fuera y respiro aire puro. No es que viva en un pueblo muy rural. Tenemos una mini ciudad, con todo lo que podamos necesitar. Es decir, que soy rural, aunque no tanto como mi prima hippy agricultora, con fauna y flora típica de la zona. Digamos que soy un híbrido urbano-rural con tendencias pueblerinas poco desarrolladas. Ahí dejo eso

lauritalafantastica dijo...

Me gustan vuestras visiones...quería aclarar que no identifico ser libre con vivir en el campo, para nada, sólo utilizaba como ejemplo de miedo a la libertad el del urbanita, que en parte tan metido dentro del bosque, no ve los árboles. Sí creo que el ser humano es más libre en cuanto está en contacto consigo mismo y con la naturaleza, puesto que forma parte de ella y viceversa, no existe lo uno sin lo otro y a mí entender, es entonces cuando alcanza plenitud, en la comprensión de su ser, pero no por vivir en un sitio o en otro, muyer, eso es demasiado simplista...Hay un libro que se llama "Mujeres que corren con los lobos" del que lo que más me gustó es la introduciión, en el que cuentan quién es esa mujer salvaje que llevamos dentro, casi olvidada y enterrada, ese tema me encanta.
Poar otro lado, sí que es cierto que la verdadera libertad está en poder elegir, y para ello hacen falta opciones, si sólo hay una, no hay nada que decidir, está claro, al menos dos. Aún así muchas veces se confunde, en mi opinión, porque en el momento de hacer nuestra elección, creemos ser libres, pero estamos condicionadas por tantas cosas...Para ser libre hace falta ser una misma primero, y para conocerse a una misma, tantas cosas...
Muchos besos y miles de gracias por jugar!!!

lauritalafantastica dijo...

De hecho, acabo de recordar algo que cuando estudiaba, me encantó. Era al hablar de arquitectura tradicional japonesa, nos explicaba el profesor que los retretes se situaban fuera de la casa, en el jardín, y eran una construcción semi abierta, permeable en cierta manera, para que "el hombre, cuando se encuentre consigo mismo (esto es, cuando va al retrete) siempre esté en contacto con la naturaleza"

BOMBA & LILO dijo...

Estos japos si que saben... Si, si, reencuentrate contigo mismo. Vamos, vete a cagar fuera de casa, que asi no nos la llenas de olor a eau du popó. Y lo de que sea semiabierta está estupendo para que ventile.
Y si, estoy de acuerdo con que nos reencontramos con nosotros mismos cuando vamos al baño. Es, probablemente y con mucho el momento del día en el que más libres nos podemos sentir. O por lo menos ese es mi caso. Es el único lugar en el que sabes que nadie te va a molestar. Es el sitio ideal para estar tranquilo. Solos tu, y la taza.
Por cierto, he de decir, y mi intención no es la de ser ordinaria (aunque lo parezca) que tengo una amiga que es fan de la caca. Ella sostiene la idea de que debería de declararse formalmente el "Dia Mundial del Cagar". Vamos, que es todo un placer.

lauritalafantastica dijo...

Jirijijí, lo apoyo totalmente...todo.