Pasamos mucho mucho frio en salamanca, concretamente estábamos en San Esteban de la Sierra, (de Francia), entre robles, madroños, olivos y viñas, entre almendros, ciruelos, cerezos, membrillos, jara, cantueso, romeros… En fin, rodeados de vegetación comestible y aromática. Desde que no hay cabras los madroños han tomado el monte y todo está lleno de pequeñas bolitas amarillas y rojas, dando un toque de color al verde perenne que hace resaltar los dorados membrillos o el verde seco del olivar.
Cogimos aceitunas, aunque no tantas como parte esperaban, no fue este un buen año debido a la sequía, y esto unido a que el frio y la lluvia no nos dejaron trabajar todos los días, hace que nuestra cosecha sea más pequeña. Al final, unos 20 kilos cada uno, que me esperan en la furgoneta, entre la nieve, para rajar y curar.
Lo importante, al menos para mi, es haber salido, haber dejado mi casa en manos de otra persona y estar tranquila, y haber disfrutado tanto de la compañía de los amiguetes y de las experiencias del viaje. También me he reencontrado con aspectos de mí que en soledad son difíciles de ver y me hacen sentirme orgullosa de mí misma, cosa que está muy muy bien.
Tengo esquejes de plantas que probablemente aquí no se den, un palo de olivo para hacer una cuchara algún día, y recuerdos vivos para guardar en una cajita. Vivan los tesoros!!!!
Siempre le dije a mi madre que tenía que comprar un viñedo y un olivar, y aunque Nico dice que la sierra de Francia está demasiado lejos, me ha parecido un buen sitio para hacerlo. Allí, poco a poco van quedando abandonados y necesitan una mano…
Mmmmm…vino, queso de oveja o cabra, aceite de oliva, dulce de membrillo, almendras garrapiñadas…mmmm…qué abundancia…
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